viernes, 12 de junio de 2015

Itinerario desde La Boca del Infierno (El Escorial) a Humanes


EL ESCORIAL -> VALDEMORILLO -> VILLANUEVA DE LA CAÑADA (DESPERNADA) -> MÓSTOLES -> HUMANES DE MADRID





El Monasterio de El Escorial se encuentra en un lugar abrupto, a 50 kilómetros de Madrid, con cierta mala fama y donde hasta la llegada de Felipe II y su corte no había más que un pequeño poblado minero, al parecer azotado en su momento por la peste negra y el paludismo. Un lugar, que según explica el erudito Cuesta Millán, era conocido como LA BOCA DEL INFIERNO. “Una de las leyendas que más llamó la atención al monarca es la presencia en este valle de unas galerías, unas minas de hierro, por lo que se decía que desde ahí se accedía al infierno, y quizá en su ánimo pesó la intención de tapar esa boca del infierno para que las fuerzas del averno no salieran hacia fuera”, explicaba el escritor. En este sentido, Cuesta mantiene que la idea de Felipe II era concentrar todas las fuerzas del bien para hacer frente a las del mal. “Convocó una reunión de expertos, formada por médicos, astrólogos, arquitectos, ingenieros y zahoríes; éstos últimos tenían como misión encontrar las fuerzas telúricas”. En esa búsqueda, algunos sabios mostraron una rotunda oposición a la elección de El Escorial, pero finalmente el Monasterio se construyó aquí, primero bajo las órdenes de Juan Bautista de Toledo, y a su muerte, en 1567, del cántabro Juan de Herrera, de quien se dice que tuvo cierta vinculación con las ciencias ocultas. Más allá de posibles misterios, lo que sí hizo fue imponer una nueva técnica de trabajo, agilizando las obras, que terminaron el 13 de septiembre de 1584, después de 21 años, un tiempo récord para la época.

Madrugando algo más de lo habitual para salir en bici, desde Serranillos del Valle cogimos el coche con las maquinas cargadas, hasta la estación de Cercanías de Humanes de Madrid, para tomar el tren dirección Atocha (de las 6:54 h) y desde allí a través de la línea C-3 hasta El Escorial. Tres estaciones más adelante nos esperaba Jose Manuel para unirse al pequeño grupo que nos dirigiamos a la Boca del Infierno. Un madrugón que ha merecido la pena al final de la Ruta.


El trasbordo fue bastante sincronizado y abordo del tren del frío, repleto de velocipedistas con ganas de las primeras estribaciones de la Sierra de Madrid, continuamos nuestro viaje donde algunos aprovecharon para dar alguna que otra cabezada, mientras el resto sufríamos principio de hipotermia debido al aire acondicionado que tenía el vagón, parecía que más que a la Boca del Infierno íbamos a la Boca del Polo Norte, pero eso no basto para que pensara en algunas particularidades del sitio al que nos dirigíamos como lo que no fueron pocas las críticas que recayeron sobre el monarca Felipe II. Nadie consiguió entender la razón que le llevó a rechazar ciudades como Consuegra, Toledo, Valladolid o Granada y se decantase por ese lugar tan apartado, áspero, frío, seco y enfermo. Estas y otras calificaciones fueron recogidas por fray José de Sigüenza, citando y comparando el lugar con santuarios en recónditos parajes, como Montserrat, Guadalupe y la Peña de Francia. Aunque si bien atribuye la elección de estos lugares por milagrosos, en el caso del monasterio afirma que los motivos del rey se deben a la inspiración divina. Algunos historiadores hablan de un extraño suceso que vivieron en primera persona los especialistas que buscaban el emplazamiento: Juan Bautista de Toledo, Juan de Huete, Pedro de la Hoz y Juan de Colmenar. Según esta teoría, la comisión que trataba de localizar el sitio definitivo fue testigo de una atronadora tormenta que obligó a los vecinos de la zona a encerrarse en sus casas. Los buscadores siguieron inspeccionando el terreno y la acción de los relámpagos les hizo «comprender» que ese debía ser el lugar ideal. 


Después de más de dos horas de viaje llegamos a El Escorial, y sin calentar nos pegamos una subidita de poco menos de 1 Km. para salvar 112 m. de desnivel con rampas de hasta el 10%, para alcanzar el Monasterio, cuyo perímetro recorremos, es una pena que no podamos pasar un rato a visitar su Biblioteca para buscar algo de sabiduria antes de proseguir nuestro itinerario, algún brebaje o elixir mágico que nos diera fuerzas para volver donde había partido, gran parte del interés de Felipe II por la alquimia se basaba en el intento de recuperar su maltrecha salud y no tanto, como se ha dicho, por buscar la «piedra filosofal». Es por este motivo que la gran biblioteca del monasterio reúne toda clase de tratados relacionados con la alquimia, la magia y la astrología. Estos libros fueron catalogados como «prohibidos» y alguno de ellos como «Della Física», del alquimista boloñés Leonardo Fioravanti, estaba dedicado personalmente al monarca. Otro especialista inglés, Richard Stanihurst, recibió el encargo del rey de escribir una obra titulada «Toque de Alchimia» (1593) para distinguir a los auténticos alquimistas de los falsos y se cree incluso que este alquimista preparó brebajes y elixires para restablecer la debilitada salud del monarca. No se sabe a ciencia cierta si llegó a consumirlos. Lo que sí existe en la botica del monasterio son varios extraños artilugios de los alquimistas, muchos de ellos descritos por Jehan L'Hermite como la famosa «torre filosofal».


En un esquinazo del monasterio tomamos el Camino del Castañar que esta vez desciende de forma vertiginosa a Las Herrerias, formando parte de la GR-10, y que tras otros 2 km. nos conduce a los pies de la pista asfaltada que sube a la Silla de Felipe II, una ascensión de algo más de 2 km., curva va, curva viene con rampas de poco más del 10%, y que supusieron la parte más dura del itinerario, esperando, por lo perjudicado que íbamos, que no apareciera el famoso Perro Negro, si ese del que se cuenta que coincidiendo con el arranque de las obras del monasterio un perro negro se paseaba habitualmente por el lugar. La leyenda continua incidiendo en los sucesos de la madrugada de 21 de junio de 1577, cuando los monjes, entre los que se encontraba el padre Villacastín, escucharon unos aullidos estremecedores. Por tal motivo la comunidad religiosa decidió colocar un collar en el cuello del perro. Enterado Felipe II, el monarca quiso acabar con la vida del perro colgándolo en una de las ventanas del convento. Veintiún años después, cuando «el rey de negro» agonizaba, preguntó al padre Villacastín por el perro en cuestión, asegurando al religioso que había vuelto a ver al animal. Algunos interpretaron el suceso pensando que el monarca asociaba, quizás, al perro negro con la muerte.


Parada para subir a la mal llamada Silla, que no fue otra cosa que un altar vettón de sacrificios, posiblemente dedicado al dios "Marte" de los vettones, para disfrutar de las magnificas vistas en la cota más alta en que estaremos 1.074 m. de altitud. Parece mentira que hace un instante hubieramos estado en la llamada Octava Maravilla del Mundo. Los pocos kilómetros que llevamos son de una gran belleza, lejos de los caminos polvorientos a los que estamos acostumbrados, conforme vallamos descendiendo hacia el Sur seremos testigos de como va cambiando el paisaje. Ahora toca continuar, seguimos subiendo que de unas manera más cómoda pasando alguna cancela, bordeando Las Machotas, hasta comenzar a descender hacia las inmediaciones del apeadero de Zarzalejo, donde tomamos la Colada de la Crucijada, en el termino de Peralejo. Son caminos pedregosos, entre tapias, unas estrechuras a las que no estamos acostumbrados, llegando en algunos puntos a ser imposible cruzarse con alguien sin que alguien tenga que ceder el paso. Antes de cruzarnos con el ancho Cordel de la Cruz Verde, caigo de mi Cube cayendo al suelo y mordiendo el polvo,  raspandome el codo derecho sin consecuencia alguna, pronto discurrimos por el Cordel de la Cruz Verde que nos permite relajarnos de las estrechuras y el rodar técnico.


Salimos del Cordel para tomar la Cañada Real Leonesa, dirección Valdemorillo, para enlazar con la Vereda del Camino de Robledo de Chavela, donde después de varios kilómetro bajando, comienza un puertecillo en el sitio de Valquemado, para llegar a Valdemorillo y tras circunvalarlo tomamos camino que nos conducirá a Villanueva de la Cañada, antigua La Despernada. Ya comienza a cambiar el terreno a partir de 800 m. de altitud y comienza el descenso del puerto de Valdemorillo teniendo ante nosotros la imagen del sky line de Madrid al fondo, utilizamos el Cº de Carrizal con su particular cuesta del Cuesta de las Almagreras con un rampa en descenso del 20% a modo de trialera, que algunos nos hace poner pie a tierra. El sol ya empieza a castigar de lo lindo y poco a poco va convertirse en un infierno, ya tenemos muy cerca Villanueva de la Cañada en la que vamos hacer un primer avituallamiento de líquidos para no ser victimas de un golpe de calor y limpiarme las heridas provocadas de mi caída kilómetros a tras que llevo todavía llenas de arena.


Beber cerveza después de hacer deporte facilita la recuperación de los músculos con agujetas o que muestran síntomas de fatiga gracias a su efecto antioxidante, según ha dicho el profesor de Fisiología del Ejercicio INEFC de Medicina de la Universidad de Barcelona Joan Ramón Barbany.

Barbany, que ha participado en la mesa redonda “Idoneidad de la cerveza en la recuperación del metabolismo” enmarcada en el IV Congreso Internacional de Educación Física, ha remarcado en conferencia de prensa que tras la actividad deportiva es recomendable el consumo de cerveza, con o sin alcohol, aunque siempre de forma moderada.

El profesor de fisiología ha basado su argumentación en el hecho de que la cerveza, gracias a sus componentes, tiene efectos antioxidantes mientras que “las evidencias más actuales” sitúan el origen de las agujetas en un proceso oxidativo “muy importante” de la fibra muscular, un proceso que se contrarresta con el consumo de cerveza.

En la misma línea, ha destacado que también la fatiga muscular puede tener su origen en un proceso oxidativo que podría frenarse con esta bebida.

Por su parte, el catedrático de Fisiología Médica en la Universidad de Granada, Manuel Castillo-Garzón, ha señalado que para calmar la sed que se padece con las altas temperaturas o tras realizar un ejercicio físico “se necesita el sabor”, algo que no tiene el agua pero que “sí aporta la cerveza”.
Además, la “frescura y las burbujas” de la cerveza también se extienden por las paredes del estómago “y ayudan a calmar esa sed”.

Respecto a la presencia de alcohol en la cerveza, ha indicado que la posibilidad de padecer una enfermedad cardiovascular en personas que no beben cerveza es mayor a la de cualquier persona de consumo moderado.

En ese sentido, ha afirmado que el alcohol “se liga a un receptor que es el mismo al que se ligan las sustancias que nos tranquilizan, como los barbitúricos, y este efecto relajante, que nos permite hacer frente a la situación de estrés, es favorable para la salud”.

Tras reponer fuerzas después de caso 30 km. de camino, continuamos la marcha, en descenso hasta el río Guadarrama, utilizando el Cº o Vereda a Móstoles, cruzamos el río por el puente de la M-513 y tomamos el Cº o Vereda de las Huelgas, que va por la vega izquierda del Guadarrama, a través de un paraje de soto bosque con mil y un regates en donde se agradece ir entre arboles después de el socarral que venimos recorriendo desde que descendimo de La Machota, que nos conduce al campo de Golf de El Bosque y en pocos kilómetros a estar muy cerca del Puente de Brunete, y seguimos por el camino de servicio de la M-501 dirección Este, con subidas y bajadas hasta a la altura de donde estaba el Molino del Obispo, cruzar de mala manera el Arroyo de la Vega, que esta obras, recomendando coger un camino que sale antes a la derecha para cruzarlo mejor y enlazar con el Cº de Molenderos que comunica con Móstoles.


Pasando por la ruinas de lo que nunca llego a ser Centro de Investigación Contra el Cancer. Más adelante este camino sureño que se dirige a Móstoles pasa a llamarse Camino del Molino de Obispo, haciendo alusión a un molino que se encontraba en un antiguo poblado conocido como El Bispo, de por lo menos origen visigodo a orillas del arroyo de la Vega. Este camino del que salen ramales para despoblados como Calatalifa, San Babiles, Sacedón de Canales, y salva distintos vallejos que forman los arroyuelos que vierten sus aguas en el río Guadarrama, por lo que es un continuo subir y bajar hasta llegar a la N-V, a las afueras de Móstoles, entrando en esta localidad pasajera por el barrio de El Soto. Son las una del medio día y el calor es agobiante, mis reservas de liquido se han acabado y es prudente hacer una paradita a menos de 10 km. de nuestro objetivo, para mi me da la vida, para otros supone enfriarse y les cuesta arrancar, si es que uno se puede enfriar con la que estaba cayendo. Más que los kilómetros y el desnivel de ascensión acumulado lo que pesa es el sol de justicia en esta última parte del recorrido. Tras reponer fuerzas tomamos el Cº de Humanes, el antiguo Camino que unía Segovia con Ocaña, que nos lleva a los arrabales de la Urbanización mal llamada de Loranca, donde Jose Manuel se separa de nosotros para continuar hasta Fuenlabrada, y nosotros subir hasta la Estación de Cercanías de Humanes de Madrid. Ha tenido un buen estreno su Cube Acid de 29" y no se ha resentido de un fuerte golpe en la pierna durante unos entrenos hace unas semanas que le habían tenido apartado de la bicicleta. Ya esta chupado, un pequeño esfuerzo más para alcanzar la Meta.



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